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Producción artística y práctica psicoanalítica
Mtra. Alejandra Favela
Psicoanalista, Artista Plástica y Maestra en Psicoterapia

Enero 5, 2023

La producción artística y la practica psicoanalítica son altamente creativas y requieren de sensibilidad, capacidad para representar y traducir emociones, para interpretar distintas narrativas y cierta habilidad técnica.

La producción artística y la practica psicoanalítica son altamente creativas y requieren de sensibilidad, capacidad para representar y traducir emociones, para interpretar distintas narrativas y cierta habilidad técnica.

 

El arte es una experiencia que se construye por la interacción entre el artista y su entorno, en donde ambos se van transformando. Lo mismo ocurre en el proceso analítico.

Planteo que los analistas que también son artistas; encuentran una conexión entre la producción artística y la práctica psicoanalítica. El trabajo terapéutico se enriquece, por la introspección, libertad y espontaneidad que aporta el quehacer artístico.

El arte como actividad envuelve interacciones arcaicas y tiene su origen en la necesidad de comunicarse, establecer vínculos y perpetuarlos a través de la cultura. Los seres humanos tenemos una capacidad innata para conectarnos y responder a las artes que contribuye a tener una capacidad para mutualidad, para sentir emociones antes de ser verbalizadas (Dissanayake, 2000).

A su vez, Stern (1984) sostiene la idea de que la creatividad involucra los estados afectivos (arcaicos) de las percepciones tempranas, enfatizando que la organización emergente del mundo subjetivo del infante es el templete o base para la creación artística. Este dominio será el centro de la creatividad y del aprendizaje (Stern, 1984).

La madre ayuda a crear algo que implica cambiar al otro, proporcionando algo que antes no tenía o consolidándolo si ya estaba presente: la experiencia subjetiva primera que el infante hace del objeto; la transformación de la experiencia; lo que se ha llamado el objeto transformacional (Bollas, 1991; Ogden, 1987).

 

El arte es intersubjetivo, siempre con un sentido de interacción y diálogo entre el sujeto y el objeto. Hagman (2015) plantea que la experiencia estética es una dialéctica entre la subjetividad interna y la subjetividad externa. La experiencia estética es el medio por el cual los aspectos formales de los vínculos relacionales y fantasías son articulados y extendidos más allá de la intimidad de la interacción diádica, en una relación con el medio ambiente y con las personas y las instituciones que construyen la vida social.

 

La relación entre la producción artística y la práctica psicoanalítica

Uno de los propósitos del arte es la creación de un objeto simbólico que contenga y comunique una idea. Esta última depende en gran parte de los deseos, pero la elaboración del objeto es una función compleja del Yo que utiliza sus capacidades manuales, intelectuales y emocionales.

Rose (1996), músico y psicoanalista, concibe al arte como una ilusión necesaria, como un “testigo” de nuevos significados que se expresan; el arte actúa como una experiencia protectora que permite detenerse, escuchar, ver, experimentar con sentimientos, que aunque están siempre presentes de alguna manera expresarlos resulta inaccesible. El psicoanálisis legitima desde un discurso reflexivo.

Como señala Berger (2000), “el silencio de las obras de arte es un silencio necesario para que éstas hablen y el espectador pueda oírlas y al hacerlo, se oiga a sí mismo”.

Hagman (2017) ha descubierto en sus investigaciones que los analistas-artistas pueden tener insights luego de realizar una obra, y sus piezas de arte se convierten en un instrumento analítico. Interpretaciones y significados que otros artistas no tienen o no están entrenados para hacerlo, como legado del auto-análisis, en un doble proceso; entonces arte y psicoanálisis están unidos (Hagman, 2017).

Los analistas-artistas usualmente encuentran una conexión entre la producción artística y la práctica psicoanalítica, como el uso de la improvisación, la espontaneidad, la narrativa y la imaginación. La práctica analítica se enriquece con el quehacer artístico y viceversa; los analistas-artistas que realizan ambas prácticas expanden la capacidad de ver y cuestionarse que vemos, el comprender como las imágenes de realidad, del pasado, del presente vienen a la mente. Las dos prácticas requieren estar atentos al cambio y a la frustración.

El arte permite una comprensión más amplia del paciente, otra herramienta más dentro del análisis de la relación paciente-analista.

Los caminos por los cuales el psicoanalista se convierte en artista son diversos. El arte permite ser más flexible en el trabajo como analistas, ampliando la capacidad de ver y cuestionarse que vemos y comprender como las imágenes de realidad, del pasado, del presente vienen a la mente. Las dos prácticas requieren estar atentos al cambio y a la frustración, buscando que el paciente pueda identificar sus emociones, pensamientos y conflictos. Poner en pausa el afuera para mirar el adentro. Se identifica el tema central de la sesión a partir del cual gira el discurso del paciente o bien en función de la relación transferencia-contratransferencia, se profundiza o se interpreta; igual que al elaborar una composición para un cuadro, se selecciona: por el color, por la imagen de mayor relevancia o sin una explicación se elige, al igual que en el discurso del paciente, al escuchar su discurso.

A continuación, cuatro de mis piezas de mi trabajo como artista, en donde integro mis referentes conceptuales psicoanalíticos con la pintura:

Existen muchos analistas-artistas como Dan Gilhooley que inician su proceso artístico al mismo tiempo que el proceso terapéutico como paciente y entiende el proceso psicoanalítico como un eco entre terapeuta y paciente, en el análisis de la transferencia-contratransferencia en una relación honesta y libre.

Linda Cummings (2017), fotógrafa y psicoterapeuta psicoanalítica, menciona que su trabajo artístico es “una extensión de sí misma en el mundo, expresando su experiencia a través de la imagen creada, comunicándola a los otros. Como un espejo del mundo interno que nos proyecta a través de residuos del mundo externo, sus fotografías como espejo a través de los lentes de su propio mundo” (Cummmings, 2017).

Karen Schwartz (2017) menciona que “el arte le ha permitido mentalizar; en conexión con el mundo a menudo no hablado, no verbal”. En análisis, las palabras tienen el poder de remplazar o cambiar la lectura y significado interpretativo de la verdad histórica.

Por otra parte, tanto Sandra Indig como Donna Basin, quienes trabajaron con víctimas del 9/11, señalan que en psicoterapia puede elaborarse la “perdida ambigua” que se refiere a la sensación que deja un ataud vacío, los cuerpos no encontrados, que nunca llegan, y como, mediante la creación y un exhaustivo análisis, se trabajó en las pérdidas de los pacientes a través de la transferencia-contratransferencia.

Al igual que poetas y escritores, como Diana Lawson y Lee Mirian Whitman, que se formaron como psicoanalistas, expresan su pasión por las historias que involucran las narrativas de los pacientes.

La transformación a partir del psicoanálisis y el arte

Psicoanális y arte pueden transformar el contexto de la vida, su relación con el mundo sensible o conceptual en un universo duradero (Burriaud, 2008). El arte ocupa un lugar particular; se destaca, además del goce estético, su característica vincular, la construcción de un lazo social (Rodríguez, 2001).

El arte puede funcionar como un espacio transicional y, desde esta transicional distancia, el proceso psicoanalítico abre una oportunidad para la reflexión y la integración: un espacio que permanece. El arte también brinda la misma oportunidad, ya que plantea preguntas, las que pueden ayudar a conectar nuestra propia subjetividad en forma semejante a como usamos las palabras en la sesión, como una invitación a mirar de nuevo. 

La creatividad, el arte y el proceso analítico moldean la realidad, comparten el mismo territorio, ya que lo que da lugar y permite la actividad artística es su condición de proceso, ya que, una vez instalado, adquiere autonomía, valor por sí mismo y cierta cualidad misteriosa que opera bajo la incertidumbre. Al encontrar significados del mundo interno, el psicoanálista traduce una nueva realidad de lo que se ha construido en el proceso.

Referencias

Berger, J. (2000). Modos de ver. Barcelona, España: Editorial Gustavo Gili, S.A.

Bollas, C. (1991). La sombra del objeto: psicoanálisis de lo sabido no pensado. Buenos Aires: Amorrortu.

Bourriaud, N. (2006). Estética Relacional. Buenos Aires.Adriana Hidalgo ed.

Dissanayake, E. (2000). Art and Intimacy:How the Arts Began. Mc. Lellan Endowed Series.

Hagman, G. (2010). The Artist`s Mind. A Psychoanalytic Perspective. New York: Routledge.

Hagman, G. (2005). Aesthetic Experience. Beauty, Creativity and the Search for the Ideal. New York: Rodopi.

Hagman, G. (2017). Art, Creativity and Psichoanalysis. Perspectives from Analyst-Artists. New York: Routledge.

Kligerman (1980). Art and the Self of the artist. International University Press.

Lewis, L., Kelly, K., Allen, J. (2004). Restoring Hope and Trust. Baltimore: Sidran Institute Press.

López C. F. (2019). Comunicación Personal.

Rodríguez, C. (2001). La resiliencia: resistir y rehacerse (pp. 28-44). Barcelona: Gedisa.

Rose, G. (1996). Necessary Illusion Art as Witness. Madison Connecticut: International Universities Press, Inc.

Stern, D. (1995). La Constelación Maternal. Buenos Aires: Paidós.

Stern, D. (2003). Unformulated experience: From dissociation to imagination in psychoanalysis. Hillsdañe, N.J:The Analytic Press

Ogden,T (1997). Reverie and Interpretation. Northville,N.J. Jason Aronson.

Olson, N. (2000). Pictures into words. Visual models and data in psychoanalisis. The psychoanalytic study of the child, 55, 371-399.

Winnicot, D. (1971). El proceso de Maduración en el niño. Buenos Aires.

Winnicot, D. (1971). Realidad y Juego. Buenos Aires: Gedisa.

Mtra. Alejandra Favela

Es Licenciada en Psicología por la Universidad de Monterrey. Cuenta con Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica de Adultos por el Instituto de Psicoterapia, A.B.P., y la Sub-Especialidad en Psicoterapia de Niños y Adolescentes por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Además, es Psicoanalista del Centro de Educación e Investigación en Psicoanálisis y miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional. Actualmente, es profesora en el Centro de Estudios e Investigación en Psicoanálisis, y ejerce su práctica privada como terapeuta y psicoanalista. Paralelamente a su profesión como psicoanalista es artista plástica. Al ser a la vez psicoanalista y pintora, establece una narrativa en donde integra referentes conceptuales psicoanalíticos con la pintura.

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